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Nuestro equipo

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Chus Navarro

Chus, que creció siendo Jesús, como bailarín fue Juice, o incluso Zumo, nada de néctar, nunca lo fue o no reconoció serlo, es librero y conductor de talleres de escritura. Cuando escribe tiene que pensar cuál de esos nombres debe salir en la portada. Ha publicado "Al final, feliz" y tres obras de microteatro como Jesús y "Mi familia y otros asesinos", junto a su hermano Fran, como Chus. Lo que no tiene nombre es que su mejor trabajo no esté publicado. Tiene el cajón lleno de guiones, relatos, novelas y obras de teatro.

Ha estudiado en la Escuela de Escritores de Madrid después de hacer la carrera de Comunicación Audiovisual en la Complutense.

Cree en una literatura que no se toma en serio, que no da lecciones, pero opina y combate y cuestiona y comparte e incluso, a veces, es divertida.

Su hijo Río ocupa, y bien que hace, el tiempo en que no lee, ni escribe ni recomienda libros en Derivas. 

No tiene nada más que decir de sí mismo y se siente extraño por haberse descrito en tercera persona. Quizá sí sea un poco néctar, después de todo.

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Paula Bordonada

Zaragozana de nacimiento, expulsada de distintos barrios madrileños por la gentrificación, acabó haciendo nido en Carabanchel hace casi una década y dice que de aquí no se mueve porque por fin ha echado raíces, ha tejido redes y ha convertido el hacer barrio en uno de los grandes sentidos de su vida.

Feminista con carácter, activista bisexual, apasionada para lo bueno y lo regular, nunca ha perdido de vista que la ternura y los cuidados forman parte de la revolución, así que su gran obsesión ha sido la salud mental y el cambio social a través de la cultura. Por eso fue investigadora universitaria, crítica y programadora de cine, y ahora es librera. 

Sueña en secreto con publicar una novela que escribe desde hace demasiado tiempo, pero como resulta que ser madre también es revolucionario y le apasiona, lo va posponiendo.

Lee mucha novela contemporánea escrita por mujeres, especialmente latinoamericanas y españolas. Le conmueve la herida, lo oscuro y perturbador que sucede por dentro cuando parece que por fuera sucede poca cosa (vamos, novelas bien intensas, como ella). La diosa a la que reza es Fernanda Trías, aunque Dolores Reyes, Fernanda Melchor, Elaine Vilar Madruga, Guadalupe Nettel y tantas otras le entusiasman.

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Rocío Felter

Nació en Buenos Aires y migró a Madrid. Lo que más disfruta de Madrid son los bares y las librerías (de todas ellas, Derivas es la más linda, confirmado).
Cuando era chica quería jugar al fútbol para siempre y ganar un mundial, pero finalmente terminó teniendo una banda de cumbia y siendo psicóloga.
Durante casi quince años dio clases en la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires, en la cátedra de Grupos. También hizo un Máster en Estudios Interdisciplinarios de la Subjetividad y está terminando el doctorado.
Ahora uno de sus lugares favoritos para estar y pensar con otrxs es Derivas. Le conmueve cuando alguien entra con una pregunta, hojea libros en silencio, se sienta a conversar, a contar algo importante, o simplemente a estar. Le encanta escuchar historias.
Lee ensayos, filosofía, teoría feminista, queer y trans, novelas que ponen a la vista los matices de la vida y desdibujan los lugares puros. Le atraen los libros escritos desde los bordes, desde las fronteras, aunque también disfruta dejarse sorprender por la sensibilidad de algún señoro que vivió en el siglo pasado. Le fascina cuando una historia le arrastra a otro planeta y, por un rato, la crueldad del mundo se calla.
Ensaya canciones, textos, escuchas clínicas, conversaciones. Es parte de Sudor Marika, un proyecto musical que participa de los activismos de las disidencias sexuales en Argentina. Le interesan los desvíos, las derivas, todo lo que interroga la normalidad como mandato.

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